Bien, hoy he recibido diversas felicitaciones directas e indirectas de hombres y mujeres quienes citan la celebración internacional del día de la Mujer. A todos ellos gracias, no cabe duda que sus palabras son inspiradas y tienen la intención de alagar y elogiar a las mujeres como componente importantísimo en la construcción de ciudadanía y de humanidad.
Sin embargo, y como no todo es color de rosa, me permito referir un recuerdo de un suceso en la universidad, para esta misma fecha, la única profesora de planta que en ese momento tenía la facultad de derecho y ciencia política de la universidad nacional, Arlene Tickner, irrumpía en lo que llamaré un ataque de furia al recibir una tarjeta de felicitación por ser Mujer. Ella llena de verdad rompía la tarjeta y expresaba que la celebración y la reivindicación de los derechos de la Mujer no se hace en un día y menos con una tarjeta, esta reivindicación debe hacerse - y no de otra forma- con el respeto pragmático de los derechos y el reconocimiento real que elogia de la igualdad en medio de la diferencia.