14 de marzo de 2013

Rescatista? Quién yo?

Hoy recordé el día que perdí mi dignidad en la oficina. 

No es nada trascendental, fue más bien una práctica que jamás pensé me tocará vivir: Ser el RESCATISTA del piso.

Si, eso el rescatista, todo empezó por una confusa situación, quien gustaba de esos oficios no se encontraba y cada dirección debía enviar un delegado. Al no haber nadie más mi obligación fraternal porque nuestro pequeño mundo feliz se conserve, me impulso a tomar las banderas, así que con la mirada en alta baje a la reunión del equipo.

Sin saber a que me enfrentaba con la capa y la máscara de superpoderes puesta llegue a la cafetería del edificio. Toda clase de personajes allí reunidos, muchos incluso veía por primera vez, fue como estar en un equipo de niñitas exploradoras que planean vender galletas en Bogotá, en donde salir a la esquina equivale a un deporte extremo, (y como no se puede hablar por celular, para prevenir atracos, como se comunica?). esa era yo una niña castigada por su mamá compartiendo con un montón de muchachitas llenas de insignias y bolsas de galletas. Yo !!! que no solo no vendo nada, sino que siempre he sentido repulsión a las muestras de cooperativismo extremo tales como esa. 

Lo peor no había pasado, uno de los de adelante que tenia el botón de la camisa apuntado hasta el cuello, entendimiento que yo era un pez en otras aguas, se armo de valor al estar con su combo con voz burlona me invito a la silla de adelante, conservando aún la dignidad sonreí tímidamente y logré convencerlos de tomar asiento en las últimas silla. Como siempre llegué tarde así que sus miradas de reclamo no se hicieron esperar. 

Después de sentirme absolutamente avergonzada, resolví ocupar mi concentración en las palabras de la señorita de la ARP. Por alguna razón cuando usted menos lo espera se aparece ese personaje. esa muchacha menuda de jean sin bolsillo, con pinta de vienes rumbero a las ocho de la madrugada, y un particular pitico lingual. Un Tsi Me entiendesss?, interrumpió mi horrorizada mirada hacia su pantalón sin bolsillos. Respondí que si, sintiendo como el sudor de la vergüenza propia y ajena recorría mi frente.

No había remedio empecé a lamentarme por haber asistido a la charla.

Es que es muy difícil estar escuchando ese pitico, explicando el significado de los colores de los extintores, la importancia de tener claros letreros de SALIDA DE EMERGENCIA, cuando solo hay una salida en todo el edificio y desde luego la lógica perversa de ese tipo de conversaciones.

Ni el sarcasmo pudo salvarme. la tschica puso un ejemplo de un desmayo con una persona pasadita de kilos, ante su pregunta ¿Qué hacert? yo respondí ¡Llamar una grúa!. Un clásico chiste rompe hielo que no causo la más mínima gracia, y un reclamo de esa vocecita chillona, llamo la atención sobre la importancia de tomar con seriedad esas temas.

Ósea, si el tema es para tomarlo con seriedad porque no se inventan medidas menos degradantes: el chaleco con reflectores de bicicleta, el pito de la piñatica, la fila tomando distancia y una rutina inmemorizable de recomendaciones en caso de incendio, temblor, sismo, lluvia, calor, frío hasta demora en la quincena. 

Las dos horas de la capacitación pasaron por mi vida sin dejar huella, solo pude concentrarme en el jean sin bolsillos, el mecanismo que tiene el personaje de la camisa de manga corta apuntada hasta el cuello para llevar oxigeno a sus pulmones y como tomarse el tinto con el mezclador sin quemarse la lengua (una verdadera emergencia).

Terminada la reunión el grupo se reunió, me miraron mal, al parecer mis chistes no gustaron, acordamos tener todo listo para el simulacro. El gran día llegó y yo con él,  porté con orgullo mi chaleco de bicicleta, organicé a mis compañeros en una fila perfecta y al final todos sobrevivimos al simulacro.

Pdt: En la vida real, si ocurre una catástrofe voy a saltar por la ventana, gritar con histeria, empujar al que se ponga por delante y recordar que debí haber prestado atención a la capacitación. No confíen sus vidas en mí.    

2 comentarios:

  1. Los Siento Eli. Todo el tercer y cuarto piso confiamos nuestras vidas en ti en caso de emergencia.

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  2. Eli ahi estas pintada me diverti mucho con tu narracion, tienes talento....

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