Hablar de democracia, permite explorar la más grande paleta de posibilidades, las expresiones democráticas en los pueblos se matizan de acuerdo a las culturas y se hacen más fuertes, mejores o peores de acuerdo a las construcciones culturales de los pueblos.
Sin embargo, es bien sabido que las desviaciones de la democracia son tan comunes, como la democracia misma. Una de esas desviaciones es la demagogia, que encarna la capacidad de un líder para consolidar un discurso y una ideología en rededor de su retórica discursiva.
Al hacer un análisis somero del texto en el que Paolo Virno, que intenta describir la complejidad de la multitud “Gramática de la Multitud”, se hace especial mención a la herramienta de la comunicación como el lenguaje de la multitud, describe la comunicación como la herramienta por medio de la cual los seres dejan de lado su individualización, para dar paso a la masificación, que en una sociedad capitalista (y además democrática) es el motor mismo de la producción. Si bien producción de capitales, como de culturas, costumbre y unidad de la sociedad.
Bajo estas circunstancias empiezan a aparecer las luces sobre la importancia de la comunicación en medio de las sociedades, el valor de la lengua y las palabras como mecanismo de producción de nacionalismos, unidades, motivaciones e incluso mitos de nación comunes.
De otro lado, el entendimiento lingüístico, como mecanismo de coordinación de la acción, tal como lo enunciaría Habermas en su teoría de la acción comunicativa, citando al respecto lo siguiente "Qué el entendimiento funcione como mecanismo coordinador de la acción sólo puede significar que los participantes en la interacción se ponen de acuerdo acerca de la validez que pretenden para sus emisiones o manifestaciones, es decir, que reconocen intersubjetivamente las "pretensiones de validez" con que se presentan unos frente a otros". (HABERMAS, 143) . Demostraría, en parte la importancia de la comunicación y la lingüística, al interior de una sociedad que incrementa el valor de la información y de la comunicación pero que a la vez establece brechas gigantescas entre los lenguajes y las maneras del acceso comunicativo.
Es que la comunicación de un gobernante hacia un pueblo, es la relación de corresponsabilidad de la democracia participativa, de ahí, los cada vez más frecuentes mecanismos para rendir cuentas y establecer canales de información y comunicación.
Ahora bien, el uso de la comunicación en una democracia, es fundamental, pero la necesidad del gobernante por sumarle espectáculo a sus discursos con el interés de mantenerse en su poder y legitimarse como un autentico líder carismático (Max Weber), ha causado la degeneración de la democracia, en muchos naciones.
Hoy el ejemplo por excelencia de la demagogia política es el presidente de Venezuela Hugo Chávez.
Este personaje que se ha mantenido en la cabeza del poder venezolano y montado en rededor de su figura, todo un movimiento bolivariano, en el que ya militan más de 30.000 venezolanos armados con fusiles de procedencia rusa, de la manera que ocurrió en los años 70 e incluso en la guerra civil española.
Es que la dialéctica discursiva de Chávez, no solo ha transportado a Venezuela en el tiempo, sino que ha quebrado aún más las brechas de desigualdad del vecino País, la creciente pero selecta elite militar venezolana, goza de la adquisición de miles de millones, provenientes de la venta de petróleo y uranio, pero la mayoría de la sociedad civil se debate en medio de una creciente escases, de la precarización de los servicios y del freno al emprendimiento empresarial, por causa de la expropiación.
Pero si continuamos hablando de la acción comunicativa, Chávez ha violentado el derecho democrático de la libertad de expresión, el cierre de cadenas de televisión y medios de comunicación de la oposición, son la más clara demostración de la demagogia chavista.
Chávez es un demagogo, encarnando el discurso libertario de Simón Bolívar ha elegido un camino de continuas adulaciones a un ideal libertario, que no solo carece de bases fácticas para materializarse, sino que además es un discurso que coarta la libertad y cierra la puerta a cualquier otro tipo de manifestación. Esa es entonces la degeneración de la democracia, la instalación de un régimen que privilegia el interés particular y que utiliza las carencias y necesidades del pueblo, como base discursiva para mantener y perpetuar un discurso que dista mucho de la realidad.
Hoy manifiesto mi solidaridad con el pueblo venezolano, la sangre latina de sus venas mantiene en pie sus ánimos de lucha y desde otras latitudes esperamos la restauración de la democracia con los pesos y contrapesos necesarios para que no se desborde de sus propias proporciones y cumpla el propósito con el que fue creada, buscar el bien común.
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