Si algo he sabido durante todos estos años, es que las noches en las que el sueño y la ilusión mezclados con la impredecible zozobra del destino, que manejados de forma completamente irónica, se burlan en la cara del pobre que inconsciente deposita sus ilusiones en un segundo, en un minuto, en un instante en el que la desesperación se suma a la estupidez… en esas noches, justo en esas y no en otras noches, la musa inspiradora se vuelve un asesino confeso, transformado por la dureza de los golpes contra el suelo.
Eso es, justamente eso.