28 de abril de 2015

Pequeños diálogos del desconocido y la ilusión

  • Hola ¿qué tal? Hace mucho tiempo no nos encontrábamos, incluso pensé que habías muerto, finalmente en estos tiempos sobrevivir es un hazaña que pocos pueden contar sanos y salvos 
  • Sí, es verdad. No volviste a pasar por mi jardín. No volví a verte pasear a tu perro, ni al kiosco de la esquina pasaste jamás 
  • Lo sé, fue una necesidad, no me fui, solo me sacaron hasta de mi vida. Así que para no agobiar a los cercanos ni pensar que podría comprar con lástima la comprensión de los demás viaje leguas y leguas entre mis sábanas, huyendo de la luz del sol y del aire. Pero ya ves, nos volvimos a encontrar
  • No sé qué se dice en estos casos. No sé entonces si hablo con un vivo o con un muerto que volvió por un poco de aire fresco
  • Jajajaja, quizá estoy muerto o lo estuve y volví a buscar cosas nuevas, de pronto extrañe el parque en el que paseaba a mi perro y a mi perro también. ¿No te da miedo hablar con muertos?
  • No.
  •  ¿por qué?
  • Porque hasta los muertos tienen derecho a creer que siguen vivos
  • Sí, tenemos derecho a respirar.
  • Bueno ahora que has vuelto no dejes de pasar por mi jardín, no comparto mucho ya ves. Y a lo mejor jamás te invite a tomar té, pero es bueno ver que no abandonaste el perro a su suerte y que sigues corriendo las calles para llenar los pulmones de aire.
  • Si los muertos que respiramos nos encontramos de cuando en vez con la ilusión. En este punto verte es saber que la ilusión a veces se parece a la felicidad.


Ella sonrió y atravesó su jardín. Él siguió con su perro hacia el parque, sonreía era cierto, a veces lo que mata no muere y aparece bello, fugaz, efímero, inútil y liberador.

Disputándose entre la melancolía de las hojas caídas y las rápidas primaveras, entre la decepción y la felicidad, siguió su camino tan muerto y tan vivo, tan lleno de suspiros y tan reventado de derrotas. Ilusión, la ilusión de la Venus de Milo que sonríe esquiva porque le gusta el presente pero desconoce el futuro, que sonríe por la esperanza del que ha muerto y corre de nuevo y llora por la pena del que cree que todo pasajero como viene se va. En definitiva en este punto la ilusión se parece a la felicidad, para fortuna e infortunio cuando se pone volcánica se vuelve dolor, pero se reencuentra serena, tranquila y feliz.