Nunca he abandonado las letras, nunca he dejado de escribir esas cosas que no son relevantes sino para mis propios dedos.
Las cosas han pasado tan rápido, solo sé que anticipados los besos y las ternuras, llegaron como ocurrencias que buscaban con desespero en donde reposar, pero ellas corrían más que el tiempo y el tiempo no pasa y a veces me pregunto si es ya muy tarde.
Y no tarde para las manos sin arrugas y la piel sin marcas, tarde para el corazón que ha venido cansándose de aguantar el llanto, de fingir amores y de ver como los fingen, porque esos amores huelen a aguas rancias, huelen a descomposición porque algo tan puro como el amor jamás debiera fingirse.