19 de febrero de 2014

Posible epitafio de un soñador

-Este es el punto? Preguntó Mariana con una sonrisa agónica dibujada en sus labios.
-El punto de qué? Respondió Carlos sin mostrar asombro.
-El punto de la vida donde por fin te cansaras?

Sobresaltado, ni por el tono, ni por las palabras, sino por los significados, se levantó Carlos de la cama, tomó su abrigo, sus llaves, un sombrerito ridículo que aunque sabía que le quedaba horrendo, lo llevaba por manía en aquellos días, azotó la puerta y se puso a andar.

Refunfuñaba eléctrico por la insolencia de Mariana y sufría monstruosamente por su mediocridad. 

Acababan de amarse como cuando se ama al no sentir nada, con la mecánica de una máquina que no produce nada, la amo muchas veces y en el fondo sabía que Mariana también se prestaba para un juego en el que ya ni siquiera había pasión.

En un parque con una botella del licor más barato que compró con los únicos tres pesos que tenía en el bolsillo, Carlos pensaba en los cuchillos que Mariana clavó en su ser. Cansarse??? Si que era estúpida, pero mayor su propia estupidez al querer esconderse a sí mismo que su Mariana conocía tan bien como él mismo su fracaso. Pero el punto no era el fracaso, era lamentarse de él, cuando a la larga era la única compañía fiel que tenía.  

10 de febrero de 2014

Como dijo Jaime Garzón: Como esto NO ES MÍO.

"Nadie podrá llevar por encima de su corazón a nadie, ni hacerle mal en su persona aunque piense y diga diferente" 
Esto no es proselitismo político, no es alusión a ninguna colectividad, es una reflexión sobre nuestra individualidad.
Con decepción debo decir que somos parte de un grupo de personas que no aprendemos de las lecciones de la vida. Desde hace años intentamos reaccionar y participar mínimamente de un cambio que empezó mal, NO CAMBIAREMOS LA SOCIEDAD SI PRIMERO NO CAMBIAMOS COMO SERES HUMANOS, es tiempo de desechar esa basura de la competencia individual para entender que este mundo que se sigue cayendo a pedazos requiere una conciencia colectiva, que promueva la creación de centros de estudio y no la destrucción de los mismos, que aplauda las diferencias no por protocolo y saludo a la bandera del respeto, sino porque en la homogeneidad no hay sino espacio para la obediencia ciega.